martes, 1 de junio de 2010

Fiesta ¿Nacional?

¿Hasta qué punto es una histórica tradición y hasta cuál un negocio revestido de la sacrosanta perífrasis de Fiesta Nacional?
Superada la negativa ilustrada al mundo taurino, a partir de 1830 se comienza a desarrollar el negocio de los toros. Nacen a la par plazas y empresarios, unos empresarios que una y otra vez fracasan en exportar su espectáculo a la tierra de los espectáculos, EEUU. Aparecen así los grandes ganaderos que aliados con la nobleza, cuando no parte de ella, obtienen fácilmente la protección del Estado para su negocio. ¿Dónde queda el arte en todo esto?
El espectáculo, innegablemente, ha funcionado bien, pero como todo espectáculo, al menos que dependa de la rentabilidad para su funcionamiento, tiene su servidumbre en los gustos del público y he aquí el quid de la cuestión: el españolito medio comienza a cuestionarse si es realmente divertido ver sufrir a un animal y sobre todo, pagar por ello.
Nuestra sociedad ha cambiado mucho desde que el franquismo colgó el título de Fiesta Nacional al espectáculo de los toros; si nadie maltrata a su perro, pudiendo sufrir incluso cárcel por ello, por qué va a ser distinto vender la agónica muerte de un toro.

autor AZAÑAS

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