sábado, 1 de octubre de 2011

Latidos y mordiscos...Estado 194


Hemos asistido estos días al agónico intento por parte de las autoridades palestinas del reconocimiento oficial de su pueblo como Estado, miembro de pleno derecho de ese club de naciones que es la Organización de Naciones Unidas.
Frente a ellos, los intentos por sofocar el clamor popular por parte de su acérrimo enemigo, el Estado de Israel y su fiel aliado, los EEUU, comprometidos por la palabra de su presidente a unos y por sus intereses geoestratégicos y políticos a otros.
No voy a meterme en los vericuetos de la historia de enfrentamientos entre palestinos e israelíes, pues nos haría retrotraernos no a 1948, con el reconocimiento del Estado de Israel, sino a otros momentos como la Declaración Balfour de 1917 o a otros personajes como el creador del sionismo, el austro-húngaro Thodor Herzl. Jerusalén, la triplemente sagrada ciudad de Oriente Medio (por orden cronológico, santa para el judaísmo, el cristianismo y el islamismo), es ambicionada por dos pueblos muy distintos como capital histórica. Razones e historia les sobra a ambos. Lo que les falta es sentido común y generosidad para con el otro. Con ello no digo que la cuestión sea fácil, pues el ser humano, desde los lejanos años en que se volvió sedentario, se volvió posesivo y los estados heredan a veces rasgos de la psique humana. Normalmente los peores, por cierto.
Sin embargo y si ambos quieren de verdad la paz (¿la quiere Sharon y sus halcones?, ¿la quiere Hamás?), están condenados a entenderse y para ello, deben contar siempre con la ayuda internacional. Una ayuda que brilló por su ausencia en la “Operación Plomo Fundido” o el bloqueo marítimo a la franja de Gaza. La paz que se consigue por la imposición de un bando, se ha demostrado que nunca es una paz duradera.

autor Azañas.

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