lunes, 1 de febrero de 2010

La solidaridad es la ternura de los pueblos

Como toda persona de a pie -que se suele decir- contemplo horrorizado los estragos del terremoto en Haití. El tiempo y el espacio son claves para la ciencia historiográfica. El mismo grado en la Escala de Richter no supone el mismo dolor en Japón que en el Caribe. No es lo mismo nacer en el país más pobre de América que en el mundo desarrollado. Tampoco es igual la ayuda internacional.
Si horrorizado estoy por los daños humanos, molesto es decir poco para con la respuesta internacional. Maquiavelo, el genial florentino en su “El Príncipe” ya dejaba establecido que el Estado tenía sus propios intereses, ajenos a sentimentalismos. Por eso uno puede entender que la “primera ayuda humanitaria” de los EEUU sea un portaaviones con 2500 marines abordo. Por sus obras le conoceréis, que dice la Biblia. Que le pregunten a otros países “ayudados” por el amigo americano (Afganistán, Irak…). Si bien es cierto el caos del país antillano, no menos lo es que para esas funciones nació la Policía, no el Ejército.
Por mi parte y en cuestiones solidarias hace tres años lo tuve claro: Médicos Sin Fronteras.

autor AZAÑAS

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